Ir a misa

Las parroquias o templos que forman parte de la Iglesia Católica son lugares que reciben a todas las personas, incluidos los más pequeños del hogar. Dios está siempre abierto a recibir niños de todas las edades para que escuchen su palabra y sean partícipes de la misa.

Los padres son responsables del comportamiento de sus hijos, pero muchas veces ellos no son capaces de controlar por completo la manera en la que los niños actúan; por eso, es muy importante que, aunque la conducta no sea la más adecuada o los niños se aburran e inquieten, asistan con sus padres y se haga costumbre ir a misa en familia y no dejarlos en casa.

Según un artículo publicado por Simcha Fisher en el 2016 en Aleteia, “la misa no es un momento para vivir en privado. Es el momento de adorar a Dios junto a otras personas. Sentimos en nuestro interior que los niños son parte de la misa, tanto por su propio beneficio como por el de la congregación. Incrementamos las expectativas que tenemos de ellos de forma gradual hasta que, llegado el momento, participan plenamente en la misa como cualquier otro adulto”.

Los niños se incomodan y se cansan muy rápido por lo que debemos permitirles tener solo un poco de movimiento, ya sea en la misma banca o en el reclinatorio, esto hace que se sientan más cómodos y puedan seguir prestando atención. Además, debemos educarlos con el ejemplo y el buen comportamiento dentro y fuera de la misa; así que, no nos distraigamos, no miremos el celular, no nos durmamos y, por supuesto, participemos activamente de ella.

Como padres, debemos entender que los niños son niños y que a veces sus comportamientos son naturales. Si la solución es sacarlos un rato de la misa para que se calmen o entretenerlos de alguna manera pertinente, hagámoslo; pero también hablemos con ellos de lo importante de la misa y su significado para que entiendan un poco. Otra buena opción es asistir a misas dirigidas para niños.

Si te cuesta controlar a tu pequeño en la celebración eucarística, no te desesperes, Fisher nos aconseja tener mucha paciencia, calma y cordura, pues “el buen comportamiento en misa requiere el esfuerzo de toda la familia y lleva tiempo conseguirlo, incluso con todos cooperando al máximo”.