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¿Muy chiquito para ir a la escuela?

Con la llegada de los hijos  muchas inseguridades, incertidumbres y dudas pasan por la mente de los padres. ¿Lo estoy haciendo bien?, ¿Es lo mejor para mi hijo?, ¿Es muy chiquito para ir a la escuela?, ¿A qué edad debería entrar?, entre otras preguntas. Estos cuestionamientos van cambiando en medida de la edad por la que van atravesando los pequeños y de las circunstancias propias de sus padres y de su entorno, sin embargo, en este trayecto se van creando vínculos afectivos muy importantes para el crecimiento y desarrollo.

Desde el nacimiento, los niños tienen la capacidad de aprender y socializar. En la etapa inicial se pueden apreciar cambios significativos en su crecimiento y desarrollo; las habilidades motoras, comunicativas, sociales y cognitivas son más palpables mientras van creciendo, las mismas que se van desarrollando por medio de experiencias, oportunidades y distintos entornos con los que los niños tengan relación. El aprendizaje a través de estímulos percibidos por los sentidos se fomenta tanto en la casa como en la comunidad; el niño va explorando el mundo y comienza a comprender su funcionamiento. 

Escuela en los primeros años de vida

Una parte fundamental de la primera etapa de crecimiento (1 a 3 años) es el desarrollo motriz y verbal, así como de la imaginación y creatividad. Los niños están expuestos a todo tipo de estímulos que facilitan un aprendizaje y que deben ser aprovechados para el despertar de sus talentos, recordando que cada uno es diferente y único.

Los niños necesitan un entorno que permita y facilite la exploración, la expresión verbal y el uso de su cuerpo. La ventaja de asistir a temprana edad al colegio es ofrecerle al niño el ambiente físico adecuado para su crecimiento y desarrollo, a la vez que empieza a crear vínculos afectivos fuera de su zona de confort; esto permitirá crear conexiones sociales inimaginables, además, nos permitirá desarrollar un lenguaje comunitario por medio de un pensamiento crítico y reflexivo. Somos seres que necesitan relacionarse y vivir en comunidad, conocer el mundo y explorarlo.

La evolución de los niños a lo largo de esta primera etapa llena de retos debe ser estimulada a su ritmo. Los pequeños son muy demandantes, sus emociones y el cambio de su temperamento suelen ser extremas, variantes y fluctuantes. En el ambiente escolar aprenden rutinas, reglas y normas que le ayudarán a lo largo de su vida, por esta razón, se considera que los primeros años de vida son el pilar fundamental de la vida de las personas. 

Los niños son como un papel en blanco. Cada uno va escribiendo sus experiencias y aprendizaje por medio de sus vivencias, con el apoyo y guía del adulto irán plantando unos pilares seguros y sólidos.  

 

Pensando en el lugar ideal

Al vivir una larga pandemia en la que muchas familias se han visto golpeadas de distintas formas, los pequeños guerreros han tenido muchos desafíos que enfrentar, su ambiente y actividades se han alterado. Es normal que los padres sientan frustración y ansiedad al igual que los niños y es importante contener y acompañar en esta ardua tarea, por esto es indispensable elegir un lugar donde la familia se sienta segura, confiada y escuchada. 

Es importante considerar también el acompañamiento que se debe tener especialmente en la etapa de adaptación, la misma que debe respetar el ritmo de cada niño. Esta transición es de suma importancia ya que en el proceso de adaptación está inmersa toda la familia donde la comunicación familiar será la herramienta más valiosa. 

Que el lugar que se escoja brinde el tiempo y el espacio que necesita la familia para conocer los detalles del niños y de su cotidianidad; que los niños, junto a sus padres, puedan conocer previamente a sus profesoras, el espacio en el que estarán, los horarios y los espacios de trabajo.

Finalmente, el lugar ideal es aquel en el que los padres encuentran el apoyo y refuerzo a lo que se practica en casa y les permita llevar a cabo su proyecto familiar.  Gracias a las neuronas espejo, si los padres sienten felicidad y confianza en el colegio, los pequeños también sentirán esos sentimientos y el proceso de adaptación y aprendizaje  fluirá adecuadamente. 

La educación de los niños empieza y termina en casa, un ambiente escolar ayudará a los padres en esta labor y aportará aquellos espacios complementarios y necesarios de interacción social, rutinas y estimulación motriz, verbal y sensorial.

Artículo escrito por Priscila Suárez, Profesora de Inicial I – Maternal

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